lunes, 28 de noviembre de 2011

Del libro Deuteronomio: Cap.8: 2, 3

Deuteronomio 8: 2, 3 à Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. 3 Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

     Muchas cosas nos sucederán, tal como le pasó a los israelitas. Dios nunca hace las cosas sin un propósito en nuestras vidas. Estos son los “aparentes obstáculos” en la carrera que tenemos por delante desde que tomamos la decisión de seguir a Cristo.

     En esa carrera el diablo siempre tirará sus “cascaritas de guineo” para que al saltar estos obstáculos resbalemos y nos vayamos al suelo. En el suelo es más fácil ser alcanzados por el pecado, y en el suelo la tendencia del cristiano es desanimarse; viene a su vida el desaliento.

    Muchas de las cosas que suceden en nuestras vidas son permitidas por Dios y por Su voluntad sirven para fortalecernos, para que aprendamos a confiar en Él. Son para bendición pero el diablo procurará convertirlas en maldición. 

miércoles, 29 de junio de 2011

Del Evangelio según San Mateo: Cap. 9: 17

Mateo 9: 17 –Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.

Odre nuevo para vino nuevo. Cuando venimos al Señor traemos nuestros viejos odres, muy bien cuidados por cierto, y no queremos que nadie los toque.

Viejos odres son nuestros razonamientos, costumbres, tradiciones, los “qué dirán”, nuestra reputación, y tantos más. Cargados con estos adefesios fosilizados, expectantes nos acercamos al Maestro creyendo –consciente o inconscientemente–, que el Señor nos irá felicitar por venir a Él, que elogiará nuestros viejos odres, y que en ellos depositará su vino. Y cuando nos encontramos con la realidad, “odres nuevos para vino nuevo”, la cosmovisión que sostuvimos durante muchos años es fuertemente estremecida. A partir de este momento se comienza a notar la diferencia entre los hijos de Dios.

Algunos, con mucha facilidad, tal vez por reconocer que algunos de sus odres viejos son basura, los sueltan y dan pasos agigantados para recibir los nuevos odres. Otros, argumentan y defienden sus viejos odres a capa y espada, para darse cuenta después de muchos años de ingentes luchas, que mientras no rompan sus viejos odres no podrán recibir los nuevos. También están aquellos que no podrán aceptar que sus viejos odres se consideren inadecuados para recibir el vino nuevo, y mucho menos accederán a romperlos, por lo que, frustrados se volverán atrás.

Y al final, la “verdad verdaderamente verdadera” es que solamente los que renuncian, sueltan y rompen sus viejos odres son los que recibirán los odres nuevos en los cuales, a diario, se les estará vertiendo el vino nuevo.

¿Cuáles son tus odres? ¿Todavía no los ha roto? ¿Qué esperas? Hay vino nuevo para ti, pero solo se te dará cuando tengas odres nuevos. 

sábado, 25 de junio de 2011

Del libro de Proverbios: Cap. 15: 33

Proverbios 15: 33  El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad.

El ser humano en sus incansables búsquedas desea, anhela sabiduría: sabiduría para saber qué decir, qué hacer, dónde ir, cómo llegar, y otros interrogantes; de allí el suceso de los libros de autoayuda que nos “enseñan” cómo lograr el éxito en distintas áreas del diario vivir.  Leemos dichos libros, nos animamos y pareciera funcionar lo que nos dice; pasado un par de días todo vuelve a lo mismo y los únicos que lograron provecho fueron el autor del libro y la casa editora.

¡Tantas búsquedas infructuosas! ¿Y saben por qué? Por menoscabar el Libro de los Libros, donde sí encontramos la “receta” para lograr sabiduría.

Nuestro texto registra que “El temor a Jehová es igual a enseñanza de sabiduría”, lo que nos parece sumamente revelador. ¿A mayor temor de Dios más sabiduría? ¿A mayor temor de Dios somos enseñados para llegar a tener más sabiduría? Sí, pues otro texto registra: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Prov. 1:7).

Queremos ser sabios y solo llegaremos a serlo cuando hayamos dado cabida en nuestras vidas a la única fuente inalterable de sabiduría, nuestro Dios y su Palabra escrita. Cuando la Biblia dice “El temor de Jehová es aborrecer el mal” (Prov. 8:13) y nosotros no solo no lo aborrecemos, sino que lo justificamos, ¿estamos procediendo sabiamente?

Y de acuerdo a nuestra cita inicial hay otra gran verdad relacionada al temor de Dios: solo el corazón que ha iniciado su transitar por el camino de la humildad podrá desarrollar el temor de Dios.  Dios honra a los que le honran (1 Samuel 2:30) y el texto utilizado hoy es claro al decir “a la honra precede la humildad”. Solo los humildes serán honrados por Dios. Y que conste que no estoy utilizando el vocablo “humilde” como sinónimo de “escaso en recursos económicos”, o “de clase social pobre”. Humilde es aquel que reconoce su necesidad de Dios; es el que reconoce que sin Dios él no podrá hacer nada que agrade a nuestro Señor Jesucristo.

Resumiendo podemos decir que:
  1.          Dios honra a los que le honran.
  2.          La honra estará precedida por la humildad.
  3.          La humildad nos lleva a desarrollar el temor de Dios.
  4.          El temor de Dios nos lleva a aborrecer el mal.
  5.          El temor de Dios nos lleva a crecer en sabiduría.

¿Cómo somos/estamos a los ojos de Dios? – ¿Sabios o necios? ¿Humildes o soberbios? ¿En honor o en deshonor?  Cada uno de nosotros debe contestar estas preguntas; tomar las decisiones pertinentes y no olvidarnos que siempre cosecharemos de lo que hayamos sembrado.


viernes, 20 de mayo de 2011

De la Epístola a los Filipenses: Cap. 4: 12

Filipenses 4:12 –“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”.
Usualmente al leer este texto lo aplicamos al área del dinero, de las finanzas, a lo material. Yo misma, por mucho tiempo, solamente lo veía en el plano económico, pero ahora entiendo que podemos extrapolar este pensamiento y aplicarlo a toda la vida.
En el transcurso de nuestra existencia tendremos necesidad de muchas cosas, incluyendo las afectivas y emocionales, y hoy soy testigo de que aún en estas áreas, Jesucristo es suficiente para llenarnos de tal manera que estemos saciados y satisfechos.
¿Añoras tu pasado, cuando tus necesidades emocionales fueron suplidas por algunas personas que ya no están? ¿Lloras por lo que has perdido? ¿No será que ha llegado el tiempo para que aprendas y vivas dependiendo de Dios? ¿No será que tu Padre te quiere enseñar que con Él, ya sea que estés saciado en muchos aspectos, o que pases hambre en estos mismos aspectos, paradójicamente estés saciado en Cristo?
La Escuela del Maestro incluye la asignatura: “Cómo vivir en abundancia o en escasez”. ¿Ya pasaste por allí? ¿Estás cursándola ahora? Todos los verdaderos seguidores de Jesucristo recibiremos esta clase. ¡Que el Señor nos ayude a que la aprobemos con honores!

martes, 17 de mayo de 2011

De la Epístola a los Romanos: Cap. 1: 21-32

Romanos 1: 21-32 à Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.  Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible… por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos… Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen… quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Este texto bíblico es la trágica radiografía de una sociedad que decidió darle las espaldas a Dios y a sus mandatos. Es una muestra de la cada día más descendente degeneración de la vida de los hombres. Se comienza por detener la verdad divina, por menoscabar sus mandamientos, y cada vez que se hace algo que detenga dicha verdad (entiéndase, los principios divinos y todo lo que a Dios le agrada) nos exponemos a su ira y a las consecuencias propias de las conductas manifestadas.
De allí, ya abierta la puerta, el camino es hacia abajo, llegando el ser humano a tener una mente reprobada. Y si la mente es parte del alma, ¿cómo estará su voluntad y sus emociones? E igualmente, ¿cómo estará el cuerpo? La decadencia es galopante, haciéndose los hombres cada vez más necios, aceptando como verdades las cosas más absurdas y ridículas. Su existencia se resume en un continuo refocilar en los recovecos de las pasiones desordenadas, impartiendo muerte y destrucción a su propia vida y entorno.
Esa es la razón que explica el porqué de tanta perversión y libertinaje en el mundo del siglo XXI. Todo es consecuencia del no tener a Dios en cuenta, de vivir según sus propios parámetros hedonistas y nihilistas. Por otro lado, el peligro de pecar contra Dios, es que debido a esa práctica los hombres se complacen con los que hacen lo mismo que ellos, y fácilmente pasan a aborrecer los que no son como ellos, exigiendo de la sociedad respaldo y apoyo a sus disipadas formas de vida.


martes, 10 de mayo de 2011

Del libro Cantar de los Cantares: Cap. 1: 3

Cantares 1: 3 – A más del olor de tus suaves ungüentos, tu nombre (Señor Jesús) es como ungüento derramado; por eso las doncellas te aman.

Suaves ungüentos… el olor a Cristo, el olor de Cristo no es un olor asfixiante ni fastidioso. El olor del Señor es como ungüento; es más que un perfume. Significa que Él está impregnado de su propio olor y sólo aquellos que están cerca de Él podrán oler su perfume. Y más allá de sus olores, más allá de su presencia… en su solo nombre hay olor.  Eso significa que cada vez que hablamos del Señor Jesús estamos  esparciendo Su olor.

Las doncellas citadas en el pasaje, representan aquellas personas, aquellos creyentes que aun no han tenido intimidad con su Señor. Han oído de esa intimidad, pero la conocen de “oídas”, no la han experimentado. No obstante, aun estos creyentes cuando oyen hablar de Su Nombre sienten el olor del “ungüento derramado”. Las doncellas aman al Señor no por lo que han vivido, sino por lo que oyen y “huelen”. Y tan sólo con eso anhelan conocerle.

En la vida cristiana hay dos polos: o somos doncellas deseando sus besos y sus amores, o somos los que provocamos esos deseos en las doncellas y en los que nos rodean con el olor que se esparce de nuestras vidas.

Todo aquel que vive en intimidad con su Señor esparcirá su olor. ¿Y eso a que se debe? La proximidad, la cercanía con la fuente del ungüento hará que el olor del ungüento se le pegue, se adhiera al que le toca. Somos responsables de esparcir Su olor para que aquellos que aun no lo conozcan anhelen conocerle por lo que “huelan” en nosotros.

¿Cómo están tus olores? ¿Olor de vida para vida u olor de muerte para muerte? ¿Estamos oliendo a vida o estamos oliendo a muerte? ¿Qué experimentan las personas alrededor nuestro? Y lo más importante todavía, ¿qué quieres tú? ¿Realmente quieres dar olor a vida o estás cómodo, confortable con el olor a muerte que exhalas? O, peor aún, ¿ni siquiera te has dado cuenta que expeles olor a muerte?

viernes, 6 de mayo de 2011

Del Evangelio según San Mateo: Cap. 6: 9a, 12

Mateo 6: 9a, 12 – Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos… perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Cuando iniciamos nuestro caminar con Cristo, cuando Él viene a nuestras vidas, todos nuestros pecados son perdonados. A partir de este momento empezará a regir sobre nosotros las palabras de Jesús: “…perdónanos… como también nosotros perdonamos…"

Es fácil y usual pretender recibir el perdón de Dios, pero cuán difícil es para muchos, perdonar. Perdonado/perdonando, mancuerna inseparable que debe llegar a ser una constante en nuestras vidas. ¡No es opcional!

Si las Escrituras afirman
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)...
Igualmente registran
“… si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5: 23, 24).

Podemos no estar de acuerdo, podemos racionalizar dichas palabras, podemos justificarnos y encontrar sinnúmero de razones para defender nuestros argumentos. Urge que dejemos de vivir bajo la “ley del Embudo” (el ancho para mí, el angosto para ti), y tengamos en cuenta las palabras del Salvador.

¿Quieres que Dios perdone tus pecados? ¡Perdone a los que pecaron contra ti!
Y esto es así porque, nada de lo que hagamos, experimentemos o sintamos cambiará el significado de las siempre vigentes y actuales palabras de Cristo:
“Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a nuestros ofensores”.

martes, 3 de mayo de 2011

Del libro 2 Crónicas: Cap. 29: 11

2 Crónicas 29: 11 – Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis delante de él y le sirváis, y seáis sus ministros, y le queméis incienso.

Estas fueron palabras del rey Ezequías cuando al suceder en el trono a su padre Acaz, ordena que al templo de Dios lo limpien y que sea santificado. Acaz fue un rey idólatra, que pecó gravemente contra Jehová; no así su hijo Ezequías, que fue un nombre temeroso de Dios.

Ezequías, aproximadamente en el año 700 a.C., ordena la limpieza del templo a los levitas, los encargados según la ley del Señor del cuidado y mantenimiento del Tabernáculo en el pasado y en el tiempo actual de Ezequías del templo.

Al leer dicho texto muchos lo verán solamente como un registro histórico, desconociendo lo dicho por el apóstol Pablo en el Nuevo Testamento: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15: 4).

Además, está vigente lo registrado por los apóstoles Pedro y Juan:
1 Pedro 2: 9 – Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Apocalipsis 1: 6 – Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.


Si en aquel entonces el mandato era para los levitas, quienes por fuerza de ley eran los encargados del servicio en el templo de Dios, hoy el mandato es para todo aquel que sea parte de la familia de Dios –los nacidos del Espíritu, los que recibieron y dieron lugar a Jesucristo en sus vidas.

“No os engañéis…” Utilizando estas palabras, hago aquí un paréntesis y agrego: No utilicemos subterfugios mentales o lingüísticos para desestimar los mandatos divinos trazados desde Génesis hasta Apocalipsis. Los eventos, incidentes, registros ligados a la cultura, al entorno, eran solo eso. No obstante, los principios bíblicos, sin consideraciones de entorno o circunstancia, siguen siendo hoy tan válidos como lo fueron en su momento histórico. No juguemos a malabarismos bíblicos para sortear lo que nos desagrada o lo que no queremos aceptar para nuestras vidas.

“Dios os ha escogido a vosotros para que estéis delante de Él…”
Este es tu lugar y el mío; es vivir de acuerdo al “slogan” de Elías: “Vive Jehová en cuya presencia estoy”. Elías, quien vivió en el período de la ley, mostró un entendimiento sorprendente de lo que es vivir en la presencia de Dios, hecho éste desconocido por incontables creyentes que viven en el período de la gracia.

“… le sirváis… seáis sus ministros… le queméis incienso…”
Servir a Dios en todo lo que hagamos y dondequiera estemos.
Sus ministros... dar a los demás de lo que Él nos ha dado en todo tiempo y lugar.
Quemar incienso… una vida de oración, clamor e intercesión, aunados a la adoración.
Este es nuestro llamado más alto como hijos de Dios que somos gracias a la salvación en y por Cristo Jesús.

¿Cómo estás tú? ¿Le sirves?
¿Eres su ministro? ¿Le quemas incienso?

domingo, 1 de mayo de 2011

Del Libro de Proverbios: Cap. 28: 23

Proverbios 28:23 – El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua.

El entorno en el cual vivimos es el de un mundo permisivo, hedonista y libertino al extremo. Todo el que ose y se atreva a denunciar lo malo es tildado de intolerante, intransigente, radical o fanático.

La filosofía del mundo ya no es el "vive y deja vivir", sino que ha cambiado al "vive y obliga a todos a que vivan como tú", y agregando “no permitas que nadie te diga como debes vivir; si te es placentero, hazlo; no aceptes nada que ponga freno a tus inusuales pretensiones".

La tan cacareada "libertad de expresión" se ha vuelto mordaza en las bocas de los que pregonan moralidad, rectitud y vida en Cristo Jesús.

Ante tales extremos al creyente se le ofrece la única salida grata a los ojos de Padre celestial: reprender lo que debe ser reprendido en la seguridad que ante Dios hallará mayor gracia.

viernes, 29 de abril de 2011

Del Libro de Proverbios: Cap. 28:2

Proverbios 28:2 – Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

Príncipes... en el contexto representan figuras de autoridad, lo que nos confirma la realidad del ser humano: muchos son los que quieren mandar. Esta es una de las muchas razones por las cuales vemos a diario el menoscabo a toda autoridad, sea en el hogar, en la sociedad y aun en la iglesia. En el argot popular, "todos quieren ser caciques, nadie quiere ser indio" o dicho de otra manera, "todos quieren ser capitán, nadie quiere ser marinero".

En el ser humano la rebeldía es innata, ¡nacemos con ella! Y cuanto más el mundo se aleja del único Dios verdadero y de Jesucristo a quien Él ha enviado, más veremos la rebeldía campante imperando en nuestras sociedades, no importando la ideología política, la creencia religiosa, el género o las capacidades académicas.

¡Cada quien, dentro de su área particular es rebelde! Sin embargo, así como la Palabra de Dios, vigente todos los días del acontecer humano, habla de la rebelión, también ofrece el antídoto para este tan devastador mal: llegar a ser un(a)hombre(mujer) entendido(a) y sabio(a).

La única forma de poder llegar a este escalafón es haciéndonos parte de la familia del sapientísimo Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3). La respuesta está en llegar a ser hijo de Dios: "A todos los que le recibieron (a Cristo Jesús) les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). Esta es la respuesta que dará origen a cambios radicales en el corazón humano si el individuo está dispuesto a dejarse moldear por el Dios eterno.

Y siendo parte de la familia de Dios somos sujetos de la divina promesa: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Santiago 1: 5). Solo la sabiduría y el entendimiento (divinos) en nosotros nos pueden mantener firmes y estables en el mundo caótico y en creciente maremágnum en el cual vivimos.

jueves, 28 de abril de 2011

Del Libro de los Salmos: Cap. 60:11

Salmo 60:11 – Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres.

Oh Dios, ¡cuántos son nuestros adversarios! ¡No solo los que vemos o creemos que son, sino aquellos que los ojos naturales no pueden ver; y aquellos otros que salen de nuestro propio interior!

Y la conclusión última es que frente a enemigos de carne y hueso, frente a huestes de maldad en las regiones celestes; y sobre todo, frente a nuestras ingentes luchas internas, solo queda un refugio: Tú, el Señor, el Dios Todopoderoso, el Salvador del mundo!

Ciertamente vana es la ayuda del hombre. Si tú, Dios nuestro, no lo hace, nadie lo podrá hacer. Danos la victoria en ti aun cuando desfallezcamos, aun cuando no atinemos a ver la diferencia entre blanco, gris o negro; aun cuando todo se turbe alrededor nuestro, porque solo tú eres nuestra fuerza, la roca inconmovible de los siglos.
"Sé tú para nosotros la roca de refugio a donde recurramos continuamente" (Salmo 73:3).

martes, 26 de abril de 2011

Del libro de Proverbios: Cap. 22: 4

Proverbios 22: 4 – Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

Las recompensas de la humildad y del temor del Señor son riquezas, honra y vida. ¡Cuánto anhelamos los seres humanos el dinero, la fama, el poder y los placeres de lavida!
Tanto es así, que cuando leemos las palabras escritas por el proverbista, nos enfocamos en las riquezas, la honra y la vida; desconociendo (o no queriendo ver) que van ligadas a la humildad y al temor a Dios.

Nos cuesta relacionar “humildad” con “riquezas”, pues pareciera que son situaciones, estatus, hasta mismo vocablos incompatibles y antagónicos (a los ojos humanos). No obstante, en el Reino de Dios son parte de un mismo todo. Al creyente humilde que manifiesta temor a Dios le vendrán riquezas, honra y vida en el sentido espiritual, bendiciones estas que tendrán el poder de alcanzar su entorno físico-material.

Por lo tanto, vivamos y sigamos la orientación dejada por nuestro Señor Jesucristo: “No te afanes, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los que no conocen a Dios buscan todas estas cosas; pero tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas estas cosas. Mas busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas te serán añadidas”.

lunes, 25 de abril de 2011

De la Epístola a los Colosenses: Cap. 1:24

Colosenses 1: 24 – Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.

Cristo como cabeza sufrió, nosotros como su cuerpo también sufriremos, por que así como Cristo fue probado, y por la obediencia fue exaltado, así quiere el Padre hacer con nosotros sus hijos.
Por las aflicciones y sufrimientos aprendemos obediencia y humildad para que después reinemos con Él, pues si sufrimos con Él también reinaremos con Él.

Todos los hombres sufren, pero si sufrimos con Él (su cuerpo) reinaremos con Él, por eso el sufrimiento del creyente produce fruto, no así el del inconverso. Y cuando no tenemos el apoyo en Cristo, rehuímos al sufrimiento y buscamos una forma de escape. Pero en Cristo comenzaremos a entender que lo que nos produce sufrimiento en el momento, después nos acarreará un cada vez más excelente peso de gloria.

jueves, 21 de abril de 2011

De la Epístola a los Efesios: Cap. 1:3-14

Efesios 1: 3-14 – Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Este pasaje nos muestra cuales son las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo Jesús. Cada versículo trae su propia riqueza, riquezas estas que nos han sido dadas en Él.

Señor, nos has bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Esas bendiciones vienen debido a que nos escogiste en Cristo antes de la fundación del mundo, con un propósito: para que fuésemos santos y sin mancha delante de Ti. Dichas bendiciones son para que la vida de nuestra carne muera y la vida del espíritu se manifieste trayendo tu presencia a los que nos rodean.

Nos amaste, nos predestinaste para que fuéramos adoptados como hijos tuyos por medio de Jesucristo, a fin de que seamos para la exaltación de la majestuosidad de tu misericordia, de tu gracia, y todo eso sólo por tu pura gracia y voluntad, no por nada que hubiéramos hecho.

Y por encima de todo, nos redimiste con tu sangre, nos compraste, perdonaste nuestros pecados por las riquezas de tu misericordia. Has hecho que sobreabundara en nosotros toda sabiduría e inteligencia venidas de Ti. Nos diste a conocer el misterio de tu voluntad, que es reunir todas las cosas en Cristo, haciendo que todo se cumpla en tu tiempo en el cielo y en la tierra. Y todo eso acontece por tu beneplácito, aquiescencia, consentimiento debido a que te lo habías propuesto.

En ti Señor tenemos herencia, debido a la predestinación asignada a nosotros, conforme a tus propósitos eternos, conforme a tu voluntad. Por ti mi Cristo y en ti, al haber oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y haber creído, fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras (prenda, aval, caución, señal, garantía, fianza) de nuestra herencia hasta la redención (emancipación, liberación, rescate) de la posesión adquirida para exaltar la majestuosidad de tu grandeza, de tu gloria, de tu nombre y de tu poder.

miércoles, 20 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Cap. 55: 22

Salmo 55: 22 – Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.

¡Gracias, Señor, he vivido esta declaración en su totalidad! ¡Has sido fiel; cada vez que he ido a ti en clamor y súplica, agobiada por tantas cosas, me has sostenido! ¡Gracias, Señor Jesús!

En mi caminar contigo cuantas veces he caído… En ocasiones me dije: “Ya no me levantaré... Si tanto caigo mejor me quedo en el piso”. Pero fuiste y eres fiel; no me dejaste caída, ¡me has levantado una y otra vez!

¡Gracias, mi Señor, eres fiel y verdadero!

martes, 19 de abril de 2011

Del libro de Isaías: Cap. 40: 31

Isaías 40: 31 – Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Solamente los que esperan en Jehová son los que tendrán nuevas fuerzas; solamente los que esperan en Jehová levantarán alas como las águilas; solamente los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Cuando no esperamos en el Señor y queremos hacer las cosas por nuestras propias manos es cuando no tendremos nuevas fuerzas; no podemos levantarnos; nos cansamos y nos fatigamos.

Solamente cuando entregamos lo nuestro a Dios y empezamos a esperar en Él es cuando descansamos y tendremos paz y reposo.

Ya lo decía el salmista: “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza” (Salmo 62:5).

lunes, 18 de abril de 2011

Del libro de 2 Crónicas: Cap. 12: 6-9

2 Crónicas 12: 6-9 – Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová. Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac. Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones. Subió, pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que Salomón había hecho.

A nuestras acciones de no tomar en cuenta a Dios le siguen consecuencias. Con Roboam la consecuencia fue ser rodeado por hordas enemigas. Tan seria fue la crisis que inmediatamente se volvió a Dios. El Señor en su misericordia lo protege, pero no lo deja ir sin disciplina. Y la medida tomada por Dios fue dejarlo como siervo de sus enemigos.

Este pasaje será difícil de asimilar para algunos, pero ocurre. El Señor utilizará aun el diablo para enseñarnos lecciones que no aprendimos por las buenas. “¡No quisiste servirme”, dice el Señor, “ahora servirás a lo que más aborreces!” Y si esto no fuera suficiente, ¡permitió que sus enemigos lo despojaran de lo precioso que había en el templo y en su propio palacio!

¿Qué aplicación ofrece esto para nosotros hoy? Cuando entramos en la disciplina de Dios por nuestra desobediencia y rebeldía, y el Señor nos pone por siervos de nuestros enemigos, lo que teníamos de precioso en Dios se va; lo precioso de Dios que adornaba nuestras vidas igualmente se pierde.

Dios nos llevará a lo registrado por el profeta Oseas: 2:7b – Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. ¿Has llegado a este punto en tu relación con Dios? ¡Vuélvete a Él quien será amplio en perdonar y restaurarte, porque a un corazón contrito y humillado no lo desprecia el Señor! Y te dice tu Dios: "Venga a mí, y si tus pecados fueren como el carmesí, serán emblanquecidos como la nieve y vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1:18).

domingo, 17 de abril de 2011

Del libro de 2 Crónicas: Cap. 12: 1

2 Crónicas 12: 1 – Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.

Tan pronto Roboam consolidó el reino abandonó la ley de Jehová y toda la nación lo siguió. Es interesante analizar todo lo que hizo Roboam al principio de su reinado: intentó castigar a las diez tribus que se habían alejado de él por su dureza, quedándole solamente las tribus de Judá y de Benjamín. En su intento de ir contra sus hermanos, Dios interviene enviando un profeta que le dijo que no persiguiera a sus hermanos, y Roboam atiende a la orden dada.

A partir de allí, trabajó arduamente para consolidar el reino y en los siguientes 5 años lo hizo. Y si lo unimos a las palabras "dejó la ley de Jehová", inferimos que mientras trabajo diligentemente en su plan de consolidación se mantuvo en los caminos de Dios. Algunos se sorprenderían con esta actitud, no obstante ser tan común en los hijos de Dios...

Como nos afanamos (unos pocos) en buscar a Dios cuando anhelamos su ayuda en los proyectos que emprendemos. Al finalizarlos con éxito nos regocijamos tanto en la dádiva "victoria" que nos olvidamos del Dador, el que hizo posible la victoria.

Esta actitud es más usual y común de lo que nos imaginamos en la familia de Dios. Si este acto no fuera mal suficiente, añade extensiones, tal como le pasó a Roboam:"... Dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él".

Nuestras acciones, sean buenas o malas, deseables o indeseables, encomiables o censurables, afectan grandemente el entorno en el cual nos movemos. Cuanto mayor sea tu área de influencia, mayor será la afectación producida por tus actos. Es posible que no todos los de tu entorno se den cuenta de lo que has hecho; pero, debido a que vivimos en un mundo físico inmerso en un mundo espiritual, cualquiera de tus acciones impactan, para bien o para mal.

Pon atención a tus acciones, pensamientos y actitudes. ¡Permite tú que todo tu ser afecte para bien el mundo espiritual que te circunda, en la seguridad de que ello impactará para bien tu entorno físico!

sábado, 16 de abril de 2011

Del libro 2 Crónicas: Cap. 21: 1-4

2 Crónicas 21: 1-4 – Durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su lugar Joram su hijo, quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael, y Sefatías. Todos estos fueron hijos de Josafat rey de Judá. Y su padre les había dado muchos regalos de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades fortificadas en Judá; pero había dado el reino a Joram, porque él era el primogénito. Fue elevado, pues, Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel.

Joram era hijo del rey Josafat, quien fuera un hombre recto a los ojos de Dios. Josafat se mantuvo en el camino de Jehová, pero el pueblo aún acudía a los idolátricos lugares altos porque sus corazones no estaban ligados al Dios de sus padres. Al morir éste le sucede su primogénito: Joram.

Que Joram se alejara de Dios es entendible, pero lo difícil de aceptar es que matara a todos sus hermanos y a algunos príncipes del reino. La Biblia no esconde la condición pecaminosa de ninguno de sus protagonistas; nos son mostrados tal como eran en su entorno.

Al repasar la historia de la realeza de distintos países, llámese Inglaterra, Francia, España o Italia, veremos los mismos sucesos que se repetían una y otra vez: la eliminación, a como diera lugar, de todos aquellos que pudieran llegar a ser o eran un peligro para el que luchaba por llegar o mantenerse en el poder.
Y la final conclusión es que el hombre sin Dios, ya sea en el período a.C. o en el periodo d.C., es y será siempre el mismo. Egoísmo, egotismo, egolatría, hedonismo, autocomplacencia, narcisismo con todos sus acólitos, están presentes en el corazón humano. Aunque los sistemas imperantes en el mundo fueran perfectos, los hombres con corazones imperfectos lo echarían a perder.

Solo con Cristo en el corazón podrá el ser humano cambiar y dejar atrás las actitudes, acciones y comportamientos que riñen con los principios bíblicos y desagradan a Dios.

¡No esperemos respuestas o resultados en y del hombre! Pongamos –y mantengámoslos– nuestros ojos en Cristo Jesús. ¡Él es el único que podrá llevar tus cargas; el único que puede traer paz y consuelo a tu corazón! ¡Ven a Él, y Él te sustentará!

miércoles, 13 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Cap. 55: 16-18

Salmo 55: 16-18 – En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.

En cuanto a mí… Es una decisión; yo soy quien debe decidir; yo y nadie más.

A Dios clamaré…y me salvará… A la decisión le sigue la acción. Al decidir y hacerlo, entro en el reposo divino y la seguridad de que Él me salvará, hará que todo mi ser experimente Su paz.

Tarde y mañana… Habla de continuidad, de todo el tiempo. Lo que nos lleva a la exhortación del apóstol Pablo a los tesalonicenses: “Orad sin cesar” (1 Tes.5: 17). Igualmente habla del Dios que “aún no está la palabra en mi lengua y tú ya la conoces toda” (Salmo 139: 4).

Él redimirá en paz mi alma… Alma, es decir, mi voluntad, mente y emociones. ¿Y dónde está el secreto de esa paz? Lo dijo el profeta: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Y mientras la paz de Cristo guarde nuestros corazones y pensamientos, aun cuando el cerco que nos agobia sea asustador, estaremos bien, pues Él peleará por nosotros.

lunes, 11 de abril de 2011

Del libro de Marcos: Cap.10: 46

Marcos 10: 46 –“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando”

Bartimeo era ciego, esta era su lastimera condición; y esa misma condición le impedía realizar muchas cosas. Bartimeo era parte del pueblo de Dios; Jesús y él tenían el mismo padre (el celestial) y nunca le había hablado a Jesús.

Bartimeo tenía derecho a disfrutar de las bendiciones de Dios, pues era hijo de Israel, el pueblo de Dios; sin embargo no disfrutaba de las riquezas de su padre porque estaba ciego y mendigaba; no utilizaba sus derechos de hijo, dependía de migajas.

Y ¿sabe algo? Exactamente eso es lo que les sucede a muchos hijos de Dios.
- Son parte de la familia de Dios, son coherederos con Cristo, y no pueden disfrutar de las riquezas de su Padre, debido a que no le hablan a Jesús.
- ¿Qué le parece? ¡Tienen riquezas a su disposición y están mendigando!

Dios no nos tiene como mendigos nos tiene como hijos, pues lo somos. Cuantas veces podemos decirle a alguien “Ore por mí pues a ti el Señor oye” - ¡Mendigando!
¡No mendiguemos! ¡Usemos nuestra chequera espiritual!

Eso no quiere decir que usted no deba pedir nada a nadie, pero sí que debe empezar a creer que Dios quiere contestarle a usted mismo y que también Él quiere utilizarlo a usted para bendecir a otros.

Dios quiere que todos nosotros tengamos experiencias con Él: orar por alguien y verlo mejorarse; aconsejar a alguien y verlo recuperarse y seguir adelante.
El Señor no quiere que pasemos la vida contando lo que Dios hizo por medio de otros, sino lo que pudimos nosotros mismos experimentar de Él y con Él.

Hay muchos hijos de Dios que ni siquiera se dan cuenta de que el Señor se pasea en medio de su pueblo, es decir, en nuestras reuniones, en los lugares en donde se exalta a Jesucristo. Hay tremendas bendiciones de Dios, y ellos allí están: sentados, ciegos y mendigando.

¡Señor, abre nuestros ojos espirituales, haznos ver tus maravillas!

sábado, 9 de abril de 2011

Del libro de Josué: Cap. 6:15, 16

Josué 6: 15, 16 – Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.

Cuanto más cerca está la victoria la situación se vuelve más y más cargante. Los primeros días daban una vuelta en silencio y regresaban al campamento; el último día dieron siete vueltas, con mucho cansancio y por encima tuvieron que gritar; en seguida pelearon para tomar la ciudad.

Casi siempre después de lo más recio de la batalla viene la victoria. ¿Qué hubiera pasado si el pueblo hubiera dicho: “Al fin, ya se cayeron las murallas. Vamos al campamento a descansar y mañana, ya descansados, tomaremos la ciudad”? – No la hubieran tomado.

Hay épocas en nuestras vidas, épocas en las cuales Dios nos está llevando a nuevos retos, a nuevas tierras, en donde no hay tiempo para el descanso (esto es, bajar la guardia); es tiempo de dar siete vueltas aunque haya cansancio, aunque haya ataques; es tiempo de destruir al enemigo cuando se vea el primer signo de victoria.

La tendencia nuestra es ir a festejar y a descansar cuando se caen las murallas (cuando vemos la victoria inicial) y no proseguimos hasta tomar la ciudad. Lo que se logra con las siete vueltas es apenas el comienzo; lo más duro está por delante; ahora la lucha es cuerpo a cuerpo, ahora hay resistencia paso a paso y la batalla se hace más intensa. Pero luego, ¡se alcanza la victoria!

¡Si estás cerca de tu victoria no te rindas! ¡Siga adelante, tal vez te falte apenas una vuelta! ¡No te eches para tras, siga, siga! ¡Pronto se caerán los muros y podrás entrar para hacer tuya la ciudad!

viernes, 8 de abril de 2011

De la Primera Epístola a los Corintios: Cap. 4: 20

1 Corintios 4:20 – Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.

El Evangelio de Jesucristo es el poder de Dios puesto a la disposición de los suyos. ¿Qué estamos demostrando a los que nos rodean? ¿Un Evangelio de pura palabrería o un Evangelio de poder? ¿Qué ven en ti los tuyos? ¿El fruto del Espíritu Santo está presente en tu vida? ¿Los dones del Espíritu Santo están manifestándose en ti para ayudar a los que te rodean?

Estamos recibiendo una nueva oportunidad de nuestro Padre Celestial para que creamos que las Buenas Nuevas de Salvación incluyen lo sobrenatural de Dios, por lo tanto, no nos contentemos con menos. Donde quiera que estemos, sea lo que sea que hagamos, vivamos en lo sobrenatural de Dios, es decir, no en tus fuerzas, no en tus capacidades, sino en el poder del Espíritu Santo.

Propón en tu corazón buscar y recibir todo lo que Dios tenga para ti, pues el Señor hoy nos dice: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 2: 1) y “ Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15: 7).

jueves, 7 de abril de 2011

Del libro de Isaías: Cap. 58: 11

Isaías 58: 11 – Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

Dios nos ha llamado para que seamos huerto de riego, fuentes de aguas vivas que fluyan; pero hay veces que en medio de nuestro dolor, de nuestra frustración, de nuestra decepción, al sentir y experimentar rechazo, pareciera que las aguas ya no fluyen y nos sentimos en sequía, pero es entonces cuando Él dice “… en as sequías saciaré tu alma, daré vigor a tus huesos…”

Y es como si el Señor dijera: “Hijos míos, tendrán sequía mientras perfecciono mi amor en ustedes. Pero si tan sólo aprendieran a clamar y a refugiarse en mi en sus sequías, sus aguas siempre fluirían, y serían siempre huertos de riego, manantiales de aguas”.

Anímate y siga adelante si estás en sequía; aférrate a Cristo el Señor, y pronto serás manantial de aguas que nunca cesarán.

miércoles, 6 de abril de 2011

De la Epístola a los Hebreos: Cap. 12: 1-3

Hebreos 12: 1-3 – Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Nosotros, los que hemos entregado nuestras vidas a Jesucristo, estamos en una carrera. La única forma de permanecer con ánimo en esa carrera es manteniendo los ojos puestos en Jesús. El mundo, el diablo y la carne van a hacer todo lo posible para quitarnos el ánimo; quieren vernos desalentados y desanimados.

En la carrera que estamos debemos despojarnos de todo peso para poder correr con libertad y no ser asediados por el pecado. Si caminamos en vez de correr debido al peso que cargamos, seremos alcanzados por el pecado y no tendremos fuerzas para saltar los obstáculos – obstáculos aparentes – pero que servirán para hacernos soldados de verdad y no soldaditos de azúcar o de chocolate, que por cualquier llovizna o calor se deshacen o se derriten.

Dios nunca hace las cosas sin un propósito en nuestras vidas. Estos son los “aparentes obstáculos” en la carrera que tenemos por delante. En esa carrera el mundo espiritual de maldad tira sus “cáscaras de guineo” para que al saltar estos obstáculos tú y yo resbalemos y caigamos. Si estamos caídos es más fácil que seamos alcanzados por el pecado; y en el suelo la tendencia del cristiano es desanimarse.

Muchas de las cosas que suceden en nuestras vidas son permitidas por Dios y por Su voluntad; sirven para fortalecernos, a fin de que aprendamos a confiar en Él. Son para bendición, pero el diablo intentará convertirlas en maldición.

¡Mantén tus ojos en Cristo Jesús, mantén tus manos en el arado, mantén tu fe en acción y serás más que vencedor!

martes, 5 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Salmo 55: 16-18

Salmos 55: 16-18 – En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y Él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.

En cuanto a mí… es una decisión, yo soy quien debe decidir. Yo y nadie más. … a Dios clamaré… a la decisión le sigue la acción. Al decidir y hacerlo entro en el mover divino, lo que me convierte en candidato para su reposo en la seguridad de que Él lo hará.

Tarde y mañana…. y Él oirá mi voz… habla de continuidad, de búsqueda de Dios en todo tiempo y lugar; lo que nos lleva a la exhortación paulina: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Igualmente habla del Dios que demuestra lo dicho por el salmista: “…aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Salmo 139:4).

Él redimirá en paz mi alma… Mi alma… mi mente, mi voluntad, mis emociones… ¿Y dónde está el secreto de esta paz? Lo dijo el profeta: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26: 3).

Y mientras la paz de Dios guarde nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6), aunque el cerco alrededor nuestro sea terrorífico, estaremos bien… ¡Él –nuestro Rey y Señor– peleará por nosotros!

viernes, 1 de abril de 2011

Del Evangelio según San Juan: Cap.6: 53-56

Juan 6: 53-56 – Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

En una ocasión, ante la multitud de los que lo seguían y de los que lo adversaban, Jesús dijo: “… Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros… El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”.

Palabras duras… no todos las pudieron recibir; y reaccionaron de la manera más fácil: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6: 66). Los que se volvieron atrás no eran de los que lo adversaban; éstos nunca anduvieron con el Maestro. Los que se volvieron atrás eran discípulos; no pudieron entender la demanda del Señor sobre sus vidas. ¿Es de sorprender, que en distintos períodos de nuestras vidas el Señor nos pida cosas –aparentemente– imposibles de hacer, o de entregar, o de renunciar a ellas? Definitivamente no, más bien debemos esperarlas. Y cuando venga el momento de estos “aparentemente imposibles”, es saludable que nos acordemos de lo dicho por Jesús en otra ocasión: “…Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13: 7). Este será el norte que mayormente guiará a sus discípulos.

Cuando no entendemos lo que nos sucede y nos desorientamos, cuando todo se sale de control dejándonos con una sensación de vagar a la deriva, cuando las interrogantes se multiplican y solo nos quedamos con miles de preguntas sin respuestas, cuando el corazón desmaya y se rompe en mil pedazos, tal vez oigamos la misma pregunta de antaño: “… ¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6: 67).

Y hoy, mi clamor y petición a Dios a favor de cada uno de nosotros es que Él nos fortalezca y ayude de tal manera a fin de que, tal como sus discípulos del ayer, independiente de nuestro entorno o circunstancias, igualmente le contestemos en una sola voz: “…Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6: 68, 69).

miércoles, 30 de marzo de 2011

Del libro de los Salmos: Salmo 30: 6,7

Salmos 30: 6, 7 – En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido, porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado.

Incontables veces, debido a que nos sentimos muy bien nos auto gratificamos y creemos incluso, que somos favoritos de Dios y caemos en el orgullo disfrazado de satisfacción. ¿Y qué hace Dios? Esconde Su rostro y nos alcanza la turbación. Dios no nos da para nuestro propio goce o satisfacción, sino que todo debe ser para Su gloria y extensión de Su reino.

Igualmente, se puede dar el caso que al hacer cualquier cosa para Dios nos llenamos de satisfacción y sin darnos cuenta queremos seguir haciéndolas porque eso nos gratifica. ¿Y qué puede ocurrir? El Señor nos quita todo sentimiento, toda emoción y nos turbamos.

Cuando nos pase algo similar, examinémonos para ver si no hay algún pecado sin confesar, lo que explicaría la pérdida del gozo. Sin embargo, si no hubo pecado, habrá sido el Señor que quitó toda emoción para que, ya sea que le sirvamos u oremos, cantemos o ministremos, sea por amor a Él y no por lo que podamos sentir o experimentar. Ya lo dijo el salmista: “En su templo todo proclama su gloria” (Salmo 29:9).

martes, 29 de marzo de 2011

Del libro de Isaías: Cap.6:5-8

Isaías 6: 5-8 à Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

El texto registra el encuentro de Isaías con la santidad de Dios y su reacción frente a ello. Y surge la pregunta divina: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Isaías pudo responder: “Heme aquí, envíame a mí”.

La respuesta a la pregunta divina debería ser fácil, pero no lo es. Isaías lo pudo hacer porque él llenó ciertos requisitos. Antes de que alguien pueda contestar tal como contestó el profeta, es necesario que ocurran varias cosas:
1. Que lo grande en nosotros muera: Todo lo que en nuestras vidas es más grande que Dios debe morir, o por lo menos menguar notablemente.
2. Ver al Señor: Tener conciencia de su soberanía y de su presencia en nuestras vidas.
3. Tener conciencia de la santidad de Dios: Significa buscar diligentemente la santificación. Ya no nos creeremos sin pecado, sino que ahora más que nunca nos comenzaremos a vernos tal y como somos; reconoceremos que sin Dios no lo podemos lograr.
4. Haber reconocido de todo corazón que si no hubiera sido por Jesús todavía estaríamos en nuestros delitos y pecados.

Cuando estos puntos se cumplan, o por lo menos comiencen a darse en nuestras vidas, podremos oír la pregunta del Señor y contestarla. “Heme aquí, envíame a mí…” Y después que estos pasos se cumplan vendrá la dirección clara de lo que Dios quiere que hagamos.

lunes, 28 de marzo de 2011

Del libro de Cantares: Cap. 1:1,2

Cantares 2: 1, 2 – 1 Cantar de los cantares, el cual es de Salomón. 2 ¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.

El libro se inicia con las palabras “Cantar de los cantares, el cual es de Salomón”, mostrándonos quien es el autor –Salomón– y especificando qué tipo de texto es este libro. No es un “cantar” solamente, es un “Cantar de los Cantares”, es decir, entre los más, el mejor; dicho de otra manera, es “el más entre los más”, “el más de los más”.

¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
“Si él me besara…”
El beso es intimidad, el beso es necesidad, el beso es deleite. Puede indicar un deseo de algo que todavía no lo es, un anhelo de que suceda; es algo que se imagina, que se sueña pero que todavía no se ha logrado. Sin embargo, es necesaria esta fase antes de la consecución de lo deseado. Es necesario el deseo de tenerlo antes de poseerlo. Si no hay el deseo ardiente de lograrlo no se logrará. ¡Si así funcionan las metas, los propósitos en el mundo natural, cuanto más el mundo espiritual!

“…mejores son tus amores que el vino”. El pasaje es de doble significado. El vino representa gozo, alegría, exuberancia. Es lo máximo para alcanzar placer, satisfacción. Pero los amores con el Señor superan todo eso. En otras palabras, podrá haber muchas cosas que generen satisfacción al alma del hombre pero nada se compara con la satisfacción que viene de la relación íntima y profunda con el Señor.
También puede significar la historia de una vida que conoció la intimidad con su Señor y la ha perdido y la añora ansiosamente. Una vida que vivió cerca de su Señor, que experimentó sus amores, que supo que dichos amores fueron mejores que cualquier otro amor y por alguna razón lo perdió y ahora lo desea nuevamente. Puede imaginar cómo es porque lo ha vivido, pero en el presente no lo tiene. Y aunque sabe que no lo tiene, que lo ha perdido, lo está deseando, lo está buscando desesperadamente.

¿En cuál fase está usted? ¿Lo ha tenido y lo ha perdido o nunca lo ha tenido?
Le tengo buenas noticias. Cualquiera sea su situación esta palabra es para todos.
Tan pronto reconocemos nuestra necesidad y venimos a Cristo el Señor recibiremos respuesta.

Oremos: Señor Jesús, anhelo más intimidad contigo; sé que tus amores son mejores que cualquier otra cosa, lo he conocido, pero sé que hay más. Lo necesito urgentemente, llévame a una nueva intimidad contigo, quiero más cercanía, más proximidad. Yo sé que lo tuyo es lo mejor, pero a veces vivo como si no lo fuera. No quiero solamente “saber” que tus amores son mejores que otras cosas, sino que quiero vivirlo día tras día. ¡Ayúdame, Salvador, dame más de ti!

sábado, 26 de marzo de 2011

LOS “YO SOY” DE JESÚS

“Yo soy la puerta, si alguien entra por mi será salvo, entrará saldrá y hallará pasto” (Juan 10:9).

“Soy el pan de la vida, el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mi nunca tendrá sed”
(Juan 6:35).

"Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador”
(Juan 15:1).

“Yo soy el alfa y la omega, principio y fin...el que es y el que era y que ha de venir, el Todopoderoso”
(Apocalipsis 1:8).

“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera vivirá, y todo aquel que vive y cree en mi no morirá para siempre”
(Juan 11:25,26).

“Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí”
(Juan 14:6).

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mi nada podéis hacer”
(Juan 15:5).

“Yo soy el buen pastor, el buen pastor da su vida por las ovejas”
(Juan 10:11)

jueves, 24 de marzo de 2011

Del libro de Jueces: Cap. 16:16-20

Jueces 16: 16-20 – Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

Hay muchas frases en la Biblia que tocan e impresionan el corazón. Sin embargo, estas palabras: “…Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él”, ¡me aterran! La frase golpea, asusta y estremece a todo aquel que ha rendido su vida a Cristo Jesús. “A mí, no”, dirán algunos; “yo nunca me apartaré de Dios”. A éstos me remito a las palabras del apóstol Pablo: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).

Sansón se había acostumbrado de tal manera a su fuerza, es decir, al recurso provisto por el Señor, que no se detuvo a analizar su propia vida ajena a la voluntad de Dios. Siguió viviendo en sus desvaríos, con ocasionales victorias “para Dios”, jugando con la gracia divina hasta que perdió tolo lo que tenía. Tal vez entonces, solo tal vez, pudo darse cuenta que todo lo que tenía había venido de Dios.

¿Podemos nosotros, los creyentes del siglo XXI, acostumbrarnos tanto a la parafernalia cristiana que no nos percatemos que Dios se haya apartado de nosotros?

En el mundo en que vivimos, un mundo sumamente permisivo, tolerante (solo para aquellos que comulgan su desenfreno) y con mucha libertad de expresión (para llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno) urge que estemos apercibidos de los tiempos que vivimos. No somos ciudadanos de este mundo, solo estamos de paso, y que nuestro transitar por esta vida deje una estela de luz que lleve a los demás a Cristo Jesús.

¡No juguemos con la gracia y la misericordia de Dios! ¡No juguemos con los recursos que el Señor ha puesto en nuestras manos con la finalidad de extender su reino! ¡El tiempo es corto, aprovechémoslo!

¡Cuídese mucho! ¡No vaya a ser que un día despierte solo para darse cuenta de que hace tiempo Dios se ha ido de su vida!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Del libro de Josué: Cap. 5:13-15

Josué 5: 13-15 – Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.

Antes de la toma de Jericó Josué tiene un encuentro con la santidad de Dios: “…quita el calzado de tus pies… el lugar donde estás es santo”. Antes de que Moisés sacara al pueblo de Dios de Egipto, igualmente tiene un encuentro con la santidad de Dios: “quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que… estás, tierra santa es” (Éxodo 3:5).
Las grandes victorias en Dios, con Dios y para Dios solo se podrán dar cuando hayamos entendido que Dios es santo, y que estemos dando pasos en este sentido. La santidad de Dios no es un tema negociable para el creyente. Sin santidad nadie verá al Señor, registra la bendita Palabra de Dios (Hebreos 12:14). Yo habito en la altura y en la santidad, dijo el Señor (Isaías 57: 15).

Oremos: Dios, que tu Santo Espíritu que habita en nosotros nos encamine cada día más en el camino de la santidad; que nada ni nadie nos desvíe de estas sendas preparadas para nosotros tus hijos.

Del libro de Josué: Cap. 5:10-12

Josué 5: 10-12 – Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

Y el maná cesó… En muchas ocasiones (casi siempre) lo de Dios cuenta con un fin específico, un propósito por realizar. Tan pronto se cumple dicha meta, lo que antes había o se recibía de parte de Dios, cesa.

Lo dijo el Predicador: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1).

Oremos: Señor, ayúdanos a entender cuando lo que fue ya no es, y que lo podamos soltar. Igualmente ayúdanos a no rechazar lo nuevo que nos das por añorar lo que fue y ya no es.

jueves, 17 de febrero de 2011