jueves, 21 de abril de 2011

De la Epístola a los Efesios: Cap. 1:3-14

Efesios 1: 3-14 – Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Este pasaje nos muestra cuales son las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo Jesús. Cada versículo trae su propia riqueza, riquezas estas que nos han sido dadas en Él.

Señor, nos has bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Esas bendiciones vienen debido a que nos escogiste en Cristo antes de la fundación del mundo, con un propósito: para que fuésemos santos y sin mancha delante de Ti. Dichas bendiciones son para que la vida de nuestra carne muera y la vida del espíritu se manifieste trayendo tu presencia a los que nos rodean.

Nos amaste, nos predestinaste para que fuéramos adoptados como hijos tuyos por medio de Jesucristo, a fin de que seamos para la exaltación de la majestuosidad de tu misericordia, de tu gracia, y todo eso sólo por tu pura gracia y voluntad, no por nada que hubiéramos hecho.

Y por encima de todo, nos redimiste con tu sangre, nos compraste, perdonaste nuestros pecados por las riquezas de tu misericordia. Has hecho que sobreabundara en nosotros toda sabiduría e inteligencia venidas de Ti. Nos diste a conocer el misterio de tu voluntad, que es reunir todas las cosas en Cristo, haciendo que todo se cumpla en tu tiempo en el cielo y en la tierra. Y todo eso acontece por tu beneplácito, aquiescencia, consentimiento debido a que te lo habías propuesto.

En ti Señor tenemos herencia, debido a la predestinación asignada a nosotros, conforme a tus propósitos eternos, conforme a tu voluntad. Por ti mi Cristo y en ti, al haber oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y haber creído, fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras (prenda, aval, caución, señal, garantía, fianza) de nuestra herencia hasta la redención (emancipación, liberación, rescate) de la posesión adquirida para exaltar la majestuosidad de tu grandeza, de tu gloria, de tu nombre y de tu poder.

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