Josué 6: 15, 16 – Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.
Cuanto más cerca está la victoria la situación se vuelve más y más cargante. Los primeros días daban una vuelta en silencio y regresaban al campamento; el último día dieron siete vueltas, con mucho cansancio y por encima tuvieron que gritar; en seguida pelearon para tomar la ciudad.
Casi siempre después de lo más recio de la batalla viene la victoria. ¿Qué hubiera pasado si el pueblo hubiera dicho: “Al fin, ya se cayeron las murallas. Vamos al campamento a descansar y mañana, ya descansados, tomaremos la ciudad”? – No la hubieran tomado.
Hay épocas en nuestras vidas, épocas en las cuales Dios nos está llevando a nuevos retos, a nuevas tierras, en donde no hay tiempo para el descanso (esto es, bajar la guardia); es tiempo de dar siete vueltas aunque haya cansancio, aunque haya ataques; es tiempo de destruir al enemigo cuando se vea el primer signo de victoria.
La tendencia nuestra es ir a festejar y a descansar cuando se caen las murallas (cuando vemos la victoria inicial) y no proseguimos hasta tomar la ciudad. Lo que se logra con las siete vueltas es apenas el comienzo; lo más duro está por delante; ahora la lucha es cuerpo a cuerpo, ahora hay resistencia paso a paso y la batalla se hace más intensa. Pero luego, ¡se alcanza la victoria!
¡Si estás cerca de tu victoria no te rindas! ¡Siga adelante, tal vez te falte apenas una vuelta! ¡No te eches para tras, siga, siga! ¡Pronto se caerán los muros y podrás entrar para hacer tuya la ciudad!
En el mercado de esclavos
Hace 10 años
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