Jueces 16: 16-20 – Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
Hay muchas frases en la Biblia que tocan e impresionan el corazón. Sin embargo, estas palabras: “…Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él”, ¡me aterran! La frase golpea, asusta y estremece a todo aquel que ha rendido su vida a Cristo Jesús. “A mí, no”, dirán algunos; “yo nunca me apartaré de Dios”. A éstos me remito a las palabras del apóstol Pablo: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).
Sansón se había acostumbrado de tal manera a su fuerza, es decir, al recurso provisto por el Señor, que no se detuvo a analizar su propia vida ajena a la voluntad de Dios. Siguió viviendo en sus desvaríos, con ocasionales victorias “para Dios”, jugando con la gracia divina hasta que perdió tolo lo que tenía. Tal vez entonces, solo tal vez, pudo darse cuenta que todo lo que tenía había venido de Dios.
¿Podemos nosotros, los creyentes del siglo XXI, acostumbrarnos tanto a la parafernalia cristiana que no nos percatemos que Dios se haya apartado de nosotros?
En el mundo en que vivimos, un mundo sumamente permisivo, tolerante (solo para aquellos que comulgan su desenfreno) y con mucha libertad de expresión (para llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno) urge que estemos apercibidos de los tiempos que vivimos. No somos ciudadanos de este mundo, solo estamos de paso, y que nuestro transitar por esta vida deje una estela de luz que lleve a los demás a Cristo Jesús.
¡No juguemos con la gracia y la misericordia de Dios! ¡No juguemos con los recursos que el Señor ha puesto en nuestras manos con la finalidad de extender su reino! ¡El tiempo es corto, aprovechémoslo!
¡Cuídese mucho! ¡No vaya a ser que un día despierte solo para darse cuenta de que hace tiempo Dios se ha ido de su vida!
En el mercado de esclavos
Hace 10 años
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