viernes, 7 de mayo de 2010

Del libro de Jeremías: Cap. 29: 7

Jeremías 29: 7 – Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.

El pueblo de Israel se sentiría muy mal en estar en tierra extraña, no entenderían la razón de rogar por sus enemigos. Pero Dios en su sabiduría siempre tiene la razón y siempre da el mejor consejo.

Usualmente a nosotros los hijos de Dios, cuando estamos en situaciones similares a las del pueblo de Israel, tendemos a maldecir (quejas, lamentos) el lugar y el momento en el cual nos encontramos. Sin embargo, fue el Señor quien los llevó al cautiverio. Babilonia solamente cumplió con su papel de ser instrumento y mensajero de Dios.

Si lo aplicamos a nuestras vidas, la mejor manera de hacer que lugares gravosos cambien de condición, es aplicar el mandato del Señor, y parafraseándolo podemos decir:
“Y procuren la paz del ‘trabajo’, ‘hogar’, ‘familia’, ‘vecindario’, ‘iglesia’ al cual los introduje, y rueguen por él a Jehová; porque en su paz tendrán ustedes paz”.

¿No te gusta tu trabajo? Ponlo delante de Dios; si le place a Él, te cambiará a otro lugar, pero mientras tal no se dé, bendiga e interceda por el trabajo actual.
¿No te gusta tu vecindario?¿Tu hogar?¿Tu familia?¿Tu iglesia? Aplica el mismo principio: bendecir e interceder, y te aseguro que dentro de no mucho tiempo notarás un cambio en tu apreciación hacia el objeto de tu disgusto.

En la medida que procuremos la paz de nuestro entorno, estaremos cumpliendo el mandato del Señor: “Seguid la paz con todos...”(Hebreos 12:14). E igualmente, al interceder por el ambiente donde nos encontremos, estaremos “sembrando” paz, y obviamente cosecharemos “paz”, “...pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).

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