lunes, 3 de mayo de 2010

Del libro de Jeremías: Cap. 1:1 – 5:13

Se estima que Jeremías nació alrededor del año 639 a.C., en la época en que Josías asciende al trono. La reforma religiosa de este rey comenzó a los ocho años de su reinado. Al poco tiempo murió el rey asirio Asurbanipal y Josías aprovechó un momento de debilidad en el imperio asirio para conseguir la independencia de Judá. Los caldeos emergían como una gran potencia, mientras los medos causaban dificultades a los asirios. Finalmente, el caldeo Nabopolasar (626–605 a.C.) logró romper la hegemonía asiria. Al mismo tiempo, el faraón Psamético (664–610 a.C.) consiguió librar a Egipto de la influencia asiria. Más o menos en ese tiempo Jeremías comenzó a anunciar en Jerusalén sobre las maldades de Jerusalén y el peligro que vendría del norte. [Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (556). Miami: Editorial Unilit]

Este es un libro hermoso, y si lo permitimos y lo aplicamos a nosotros mismos, nos hablará al corazón.


Jeremías 2:5 – Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos?

Cuándo nos alejamos de Dios, ¿hacia dónde vamos?
Respuesta: Nos vamos “tras la vanidad”, y al hacerlo nos hacemos “vanos”.
El libro de Job registra: “El hombre vano se hará entendido, cuando un pollino de asno montés nazca hombre” (Job 11:12).
El apóstol Juan escribió: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).
Vanidad, vanos, vanagloria... donde caemos más y más hondo cuanto más nos alejamos de Dios.


Jeremías 2:7,8 – Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad.
8 Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.


¿Cómo estamos nosotros? ¿Tomamos a Dios en cuenta? ¿Conocemos a Dios o nos hemos contentado con conocer “de” Dios? ¿Somos sumisos o rebeldes a Dios? ¿Andamos tras lo que verdaderamente aprovecha ?
Cada uno de nosotros tendrá que emitir su propia respuesta y vivir de acuerdo a ella.
¡Que podamos escoger las mejores partes (las de Dios), puesto que son las únicas que no nos serán quitadas!


Jeremías 2:13,17 – Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. 17 ¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino?

Los tiempos que vivimos son tiempos malos y peligrosos; el Señor nos insta a que nos volvamos y nos aferremos a Él de todo corazón. Esta es y siempre será única forma de permanecer en las sendas preparadas para nosotros los hijos de Dios.
Muchas de las malas cosas que nos ocurren son productos de nuestras propias malas decisiones; decisiones generadas sin tomar a Dios en cuenta.
¡Seamos sabios, rindámonos de todo corazón al Rey de reyes y Señor de señores!

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