Jeremías 29: 11-13 – Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
Aún en las mayores crisis, para los que aman a Dios y para aquellos que no lo aman tanto, si Dios envía mensajeros en contra nuestra (en una aparente contradicción a nuestros ojos) es para lograr un propósito ulterior. El juicio de Dios sobre los suyos es para atraerlos a Él.
Lo más terrible e innominable que nos pudiera ocurrir sería perder “esta salvación tan grande” (Hebreos 2:3), estar separados de Dios para siempre, de allí los diferentes tratos del Señor hacia los hombres. El pensamiento de Dios hacia nosotros nunca es pensamiento de mal sino de bien. ¿Podemos creerlo y aceptarlo, no importando nuestras circunstancias?
Jeremías 48: 10 – Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.
Contéstate:
¿Cómo haces la obra de Dios? ¿Eres diligente o apático? ¿Pones empeño en lo que haces para Dios, o lo tomas como si no fuera casi nada? ¿Termina lo que empezaste para Dios o te cansas o te aburres y sueltas todo?
Estas son preguntas que cada hijo de Dios las deberá contestar; y mejor es que la contestemos mientras todavía estamos en este cuerpo de carne, para que podamos rectificar nuestros actos y conductas.
En el mercado de esclavos
Hace 10 años
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