Génesis 3: 10 – Y él (Adán) respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Señor, en muchas ocasiones al pecar contra ti vemos nuestra desnudez y nos escondemos. Cuan fácil es “escondernos de ti”… ¡como si eso fuera posible!
También sucede que, a veces, no sabíamos de esa “desnudez” en nosotros, y al enfrentarnos a esa realidad, el hecho nos golpea tanto, que para no hacerle frente (eso sería admitir que no somos lo que creíamos ser) nos escondemos de ti.
Ayúdanos Señor, a nunca escondernos de ti; que podamos (con tu gracia y tu luz) enfrentar nuestra realidad (carne... carne... carne... ) y que en lugar de huir de tu presencia rápidamente nos postremos a tus pies.
En el mercado de esclavos
Hace 10 años
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