viernes, 21 de mayo de 2010

Del libro de Ezequiel: Cap. 16: 49

Ezequiel 16: 49 – He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.

En este pasaje vemos al Señor advirtiendo a Judá (el Reino del Sur) y comparándolo con Samaria (que en aquel momento ya había caído ante los asirios) y con Sodoma. El Señor pone a Judá entre Samaria (antigua capital del Reino del Norte) y Sodoma (Y tu hermana mayor es Samaria... y tu hermana menor es Sodoma... Ezequiel 16:46).
Seguidamente viene el desenlace, mostrando las aborrecibles acciones realizadas por Sodoma, e igualmente Judá y Samaria.

Lo que tuvieron en exceso: Soberbia, saciedad de pan, abundancia de ociosidad.
Lo que no hicieron: Fortalecer la mano del afligido, fortalecer la mano del menesteroso.
Cuando leo este pasaje no puedo dejar de compararlo con las condiciones actuales del mundo secular y del mundo cristiano (en el mundo occidental).

Si sinceramente nos examinásemos a nosotros mismos, más nos daríamos cuenta de nuestra gran soberbia. La soberbia hoy día se ampara bajo distintos epítetos –auto estima, amor propio, dignidad, éxito, superación–, y con la utilización de estos vocablos ya no nos vemos orgullosos, vanidosos, presuntuosos, fatuos.
No obstante, gracias doy a nuestro Dios que es especialista en quitarnos las vendas de los ojos y hacernos ver tal y como somos, a fin de que le permitamos que nos limpie y cambie.

En un mundo tan globalizado, donde nos vemos y nos creemos superiores a los naturales de países más pobres (y hasta de individuos de otras ciudades o barrios); con abundancia de pan en nuestras mesas, y un aumento desmedido en el campo del entretenimiento, ¿qué nos puede diferenciar de los habitantes de Sodoma? El Señor lo dice: debemos fortalecer la mano del afligido, debemos fortalecer la mano del menesteroso.

Puedo pensar en dos tipos de personas que caen en estas categorías: el afligido – aquel que tiene el corazón partido en mil pedazos por diferentes razones;el menesteroso – aquel que le falta casi todo. Nuestro mundo, secular y eclesiástico, cuenta con innumerables personas en estas condiciones. ¿Qué hacemos por ellas? ¿El cuidar y defender nuestro “reinito” a capa y espada no nos deja ver las necesidades de los demás? ¿Todo se resume a nosotros y a nuestras “necesidades”? ¿Y qué de los que nos rodean? ¿No estamos aquí en este mundo para extender el Reino de Dios? ¿Para dar a conocer el amor de Cristo?

Despertemos, hijos de Dios, antes que se nos haga demasiado tarde. Este es el tiempo de soltar y renunciar a nuestra soberbia (la que nos lleva a vivir en el continuo “yo primero, yo segundo, yo tercero”); es el tiempo de dar más y recibir menos; es el tiempo de invertir nuestro tiempo en el Señor y su obra antes que en nuestros infinitos entretenimientos. ¡Es el tiempo de anunciar que nuestro Dios viene y su recompensa con Él para dar a cada uno conforme a sus obras!

3 comentarios:

  1. Felicidades por tan buen blog, y por compartir estos comentarios que nos ayudan a comprender que es lo que estamos viviendo en nuestra sociedad y cuál debe ser nuestra posición como cristianos. Bediciones, Lynn

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  2. Gracias Lynn, tus palabras me alientan y animan a seguir. Gracias.

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  3. Esta palabra la proclamamos el dia anterior en nuestra comunidad, y me dio bien duro en lo personal, cuanto nos ha dado dios a nosotros, una buena familia, una profesi÷on, hijos, bienes, salud y continuamos de espaldas a el, prostituyendo todo lo que nos ha dado. Ayudame hoy Padre a utilizar mis talentos y mis bienes para tu servicio, que tu das el ciento por uno. Gracias Señor por tu alianza que es para siempre

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