viernes, 30 de julio de 2010

Del libro de Apocalipsis: Cap. 13:16-18

Apocalipsis 13: 16-18 – Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

Para los creyentes cristianos de los primeros siglos después de la institución de la iglesia de Jesucristo por el mismo Señor, el significado de estos versos caerían en la categoría de textos oscuros, es decir, los de difícil interpretación; no así para nosotros los creyentes del siglo XXI, pues conforme pasan los días y mayores son los logros de la ciencia, más claros se nos hacen.

El día 28 de julio pasado Suecia anuncia que está considerando eliminar el dinero en efectivo. Las razones aducidas para esta acción son buenas, lógicas y sensatas, humanamente hablando.

Al eliminar el efectivo disminuirán los robos (¿Y cuando los robos físicos cesen, allí es donde entran en escena los ladrones del ciberespacio?). Los bancos ahorrarán mucho (y ganarán por el nuevo y obligatorio servicio a la población) y todos vivirán "felices para siempre".

Otro punto inquietante sería la pérdida de la privacidad. Al eliminarse el efectivo todas las transacciones serían "on line" dejando cada usuario tras de sí el registro de todos sus pagos y compras. ¿Qué sucedería en aquellos países donde el cristianismo es considerado fuera de la ley? Se acabarían las donaciones, y la extensión del Reino de Dios se dificultaría grandemente.

Estas digresiones son solamente para que no perdamos de vista que todo lo que está escrito en la Biblia tendrá cumplimiento: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24: 35) dijo Jesucristo. Las señales del fin se están delineando en los aires, a la vista de todos, cada día con mayor celeridad. Todo lo que está sucediendo en el mundo nos lleva a una sola conclusión: la venida de Jesucristo está a las puertas.

Todavía Dios puede ser hallado, todavía en nuestros países latinoamericanos podemos anunciar las buenas nuevas de la salvación en Cristo Jesús. Sin embargo, no durmamos sobre nuestros laureles, seamos sobrios y velemos, pues países que fueron cuna del evangelio de Cristo hoy han rechazado y renegado de todo lo que recuerde a Dios.

Mientras tengamos oportunidad, mientras el "sello" (el chip) no haya sido implantado en las manos o frentes, anunciemos a Cristo. Todavía nos queda algo de la luz del día; seamos las cuerdas humanas que conduzcan a los hombres sin Dios al encuentro del único y verdadero Señor, Jesucristo el Unigénito de Dios Padre.

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