lunes, 1 de mayo de 2017

Oración y manos limpias

“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.” 1 Timoteo 2:8 RVR1960

En su epístola a los tesalonicenses el apóstol Pablo escribe: Orad sin cesar (1 Tes.5:17); y a Timoteo incluye el "en todo lugar" y le instruye en el cómo.

Levantando manos santas...
Levantar las manos me trae a la memoria las viejas películas de vaqueros cuando el bandido al asaltar gritaba "manos arriba". En esta acción, levantar las manos, estaba explícita una completa rendición, el asaltado no oponía resistencia y se dejaba revisar y despojar de sus bienes.
En las Escrituras se repiten expresiones relacionadas al levantar las manos, en el sentido de adoración y rendición a Dios.
El llamado del Espíritu Santo, por medio de Pablo, si nos quedásemos solamente en esa parte de la frase "levantando manos", implicaría vidas rendidas en obediencia y adoración a Dios. Pero para que no quede ninguna duda, completa la frase "manos santas".
Al orar en todo lugar se añade el "levantando manos santas", y como si eso pudiera prestarse a equivocaciones, añade "sin ira ni contienda".

Sin ira ni contienda...
¿Las experimentamos, las vivimos? Ciertamente, son obras de la carne (Gálatas 5:19-21) y los que las practican no heredarán el reino de Dios.
El hijo de Dios debe tener muy en claro cuáles son los recursos divinos puestos a su disposición para combatir las obras de la carne.
Romanos 8:13 nos dice: Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
El reconocer nuestra condición es el primer paso camino a la victoria. Seguidamente, presentarnos ante Dios para permitirle que trabaje en nuestro interior produciendo los cambios que solo Él puede hacer.
Es necesario y deseable que oremos por personas, causas y razones, pero no podemos obviar la necesidad de un corazón limpio, en paz con Dios y con los hombres.

Nuestras oraciones y nuestros corazones se harán más cercanos a los parámetros divinos en la medida que nos rindamos a la voluntad de nuestro Salvador y Señor Jesucristo.
Perseveremos en la oración, en la intercesión; muy pronto veremos cambios en nuestro interior y una mayor manifestación del fruto del Espíritu Santo.

“Fiel es el que os llama, el cual también lo hará".

1 Tesalonicenses 5:24.

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