Hebreos
3: 7-19
à 7 Por lo cual, como dice el Espíritu
Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones, como en la
provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 donde me tentaron
vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. 10 A causa de
lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su
corazón, y no han conocido mis caminos. 11 Por tanto, juré en mi ira: No
entrarán en mi reposo. 12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros
corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13 antes exhortaos
los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno
de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. 14 Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio, 15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no
endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.16 ¿Quiénes fueron los
que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto
por mano de Moisés? 17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No
fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18 ¿Y a quiénes
juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19 Y
vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hace tiempo que uno de
mis ejercicios espirituales es leer la Biblia entera cada año. Y cada vez que leo Éxodo pienso en Israel y su gente
y de nuestra similitud con ellos. La diferencia entre ellos y nosotros
es la tecnología y el avance de la ciencia. En actitudes y conducta somos muy
parecidos. Sabiendo que estamos
viviendo tiempos difíciles, y que se pondrán peores, mantengámonos preparados
para los días malos por medio de lo que nos enseña la Palabra de Dios. Cuando
las cosas se nos complican es fácil perder la paz y el descanso que solo
encontramos en el Señor. Por otro lado, al pueblo de Dios nos falta aprender a vivir
en el reposo de Dios.
No me canso de proclamar
que Dios es bueno, Dios es fiel, Dios es misericordioso y Dios es Dios de
segundas oportunidades pese a nuestra rebeldía y desfachatez. Y estamos persuadidos
de que la obra que Él empezó en nosotros la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo. Dios está trabajando en nuestras vidas para llevarnos a vivir en su
reposo. Años atrás, conversando
con un hermano en Cristo le manifestaba que estaba muy cansada, emocionalmente
cansada, y él me dice: Descansa en el Señor. En aquel entonces pensé “Fácil es
decirlo, difícil es hacerlo”. Nosotros como seres humanos nos enfrentamos con
distintos tipos de cansancio: físico, mental, emocional, espiritual.
El hombre por sí mismo
puede descansar física y mentalmente. La dificultad estriba en lograr el
descanso en las otras áreas –emocional y espiritual–, debido a que estas son
las que determinan nuestra manera de vivir, nuestras reacciones, nuestras
maneras de enfrentar los desafíos de la vida diaria. La vida cristiana es,
entre tantas cosas, ver al Señor llamándonos a que entremos en su reposo a
reposar en Él; y que gocemos de la plena libertad de los hijos de Dios. ¿Qué significa reposar? Significa descansar del trabajo, de la fatiga;
permanecer en quietud y paz sin alteración interior. Reposar es poder manifestar en
nuestras vidas constancia de ánimo aún frente a las adversidades. ¿De veras
queremos vivir en el reposo de Dios?
Al observar más detenidamente la vida de la iglesia
de Cristo en la actualidad vemos que existen centenares de creyentes que tienen
a Jesús como su Salvador, pero no han hecho de Él su Señor, es decir, no viven en
obediencia al evangelio de Jesucristo. Por eso les decía que hay mucha
similitud entre algunos cristianos y el pueblo de Israel cuando estaba en el
desierto después de haber salido de Egipto.
En Egipto habían estado bajo el dominio de sus amos, alimentados por sus
amos, totalmente controlados y sin libertad. Finalmente, Dios interviene y los
libera por mano de Moisés.
Nosotros en el pasado, estábamos totalmente bajo la
esclavitud del pecado y del poder de las tinieblas. Luego, por medio de la obra
completa de Jesús y del Espíritu Santo, hemos sido liberados. Sin embargo,
muchos cristianos siguen viviendo como el pueblo de Israel en el desierto. Pese
a que han sido declarados libres por Dios siguen siendo esclavos en sus mentes
y corazones. No están dispuestos a entrar en la Tierra Prometida por preferir
la “comodidad y la seguridad” de la esclavitud.
El desafío más grande que tenemos por delante es
entrar a nuestra tierra prometida. Por tal razón, Dios nos está llamando a permitir
que “Egipto” salga de nosotros a fin de eliminar la mentalidad de esclavo que
muchos conservan y poder así entrar en el reposo y en la plena libertad de los
hijos de Dios.