viernes, 29 de abril de 2011

Del Libro de Proverbios: Cap. 28:2

Proverbios 28:2 – Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

Príncipes... en el contexto representan figuras de autoridad, lo que nos confirma la realidad del ser humano: muchos son los que quieren mandar. Esta es una de las muchas razones por las cuales vemos a diario el menoscabo a toda autoridad, sea en el hogar, en la sociedad y aun en la iglesia. En el argot popular, "todos quieren ser caciques, nadie quiere ser indio" o dicho de otra manera, "todos quieren ser capitán, nadie quiere ser marinero".

En el ser humano la rebeldía es innata, ¡nacemos con ella! Y cuanto más el mundo se aleja del único Dios verdadero y de Jesucristo a quien Él ha enviado, más veremos la rebeldía campante imperando en nuestras sociedades, no importando la ideología política, la creencia religiosa, el género o las capacidades académicas.

¡Cada quien, dentro de su área particular es rebelde! Sin embargo, así como la Palabra de Dios, vigente todos los días del acontecer humano, habla de la rebelión, también ofrece el antídoto para este tan devastador mal: llegar a ser un(a)hombre(mujer) entendido(a) y sabio(a).

La única forma de poder llegar a este escalafón es haciéndonos parte de la familia del sapientísimo Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3). La respuesta está en llegar a ser hijo de Dios: "A todos los que le recibieron (a Cristo Jesús) les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). Esta es la respuesta que dará origen a cambios radicales en el corazón humano si el individuo está dispuesto a dejarse moldear por el Dios eterno.

Y siendo parte de la familia de Dios somos sujetos de la divina promesa: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Santiago 1: 5). Solo la sabiduría y el entendimiento (divinos) en nosotros nos pueden mantener firmes y estables en el mundo caótico y en creciente maremágnum en el cual vivimos.

jueves, 28 de abril de 2011

Del Libro de los Salmos: Cap. 60:11

Salmo 60:11 – Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres.

Oh Dios, ¡cuántos son nuestros adversarios! ¡No solo los que vemos o creemos que son, sino aquellos que los ojos naturales no pueden ver; y aquellos otros que salen de nuestro propio interior!

Y la conclusión última es que frente a enemigos de carne y hueso, frente a huestes de maldad en las regiones celestes; y sobre todo, frente a nuestras ingentes luchas internas, solo queda un refugio: Tú, el Señor, el Dios Todopoderoso, el Salvador del mundo!

Ciertamente vana es la ayuda del hombre. Si tú, Dios nuestro, no lo hace, nadie lo podrá hacer. Danos la victoria en ti aun cuando desfallezcamos, aun cuando no atinemos a ver la diferencia entre blanco, gris o negro; aun cuando todo se turbe alrededor nuestro, porque solo tú eres nuestra fuerza, la roca inconmovible de los siglos.
"Sé tú para nosotros la roca de refugio a donde recurramos continuamente" (Salmo 73:3).

martes, 26 de abril de 2011

Del libro de Proverbios: Cap. 22: 4

Proverbios 22: 4 – Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

Las recompensas de la humildad y del temor del Señor son riquezas, honra y vida. ¡Cuánto anhelamos los seres humanos el dinero, la fama, el poder y los placeres de lavida!
Tanto es así, que cuando leemos las palabras escritas por el proverbista, nos enfocamos en las riquezas, la honra y la vida; desconociendo (o no queriendo ver) que van ligadas a la humildad y al temor a Dios.

Nos cuesta relacionar “humildad” con “riquezas”, pues pareciera que son situaciones, estatus, hasta mismo vocablos incompatibles y antagónicos (a los ojos humanos). No obstante, en el Reino de Dios son parte de un mismo todo. Al creyente humilde que manifiesta temor a Dios le vendrán riquezas, honra y vida en el sentido espiritual, bendiciones estas que tendrán el poder de alcanzar su entorno físico-material.

Por lo tanto, vivamos y sigamos la orientación dejada por nuestro Señor Jesucristo: “No te afanes, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los que no conocen a Dios buscan todas estas cosas; pero tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas estas cosas. Mas busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas te serán añadidas”.

lunes, 25 de abril de 2011

De la Epístola a los Colosenses: Cap. 1:24

Colosenses 1: 24 – Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia.

Cristo como cabeza sufrió, nosotros como su cuerpo también sufriremos, por que así como Cristo fue probado, y por la obediencia fue exaltado, así quiere el Padre hacer con nosotros sus hijos.
Por las aflicciones y sufrimientos aprendemos obediencia y humildad para que después reinemos con Él, pues si sufrimos con Él también reinaremos con Él.

Todos los hombres sufren, pero si sufrimos con Él (su cuerpo) reinaremos con Él, por eso el sufrimiento del creyente produce fruto, no así el del inconverso. Y cuando no tenemos el apoyo en Cristo, rehuímos al sufrimiento y buscamos una forma de escape. Pero en Cristo comenzaremos a entender que lo que nos produce sufrimiento en el momento, después nos acarreará un cada vez más excelente peso de gloria.

jueves, 21 de abril de 2011

De la Epístola a los Efesios: Cap. 1:3-14

Efesios 1: 3-14 – Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Este pasaje nos muestra cuales son las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo Jesús. Cada versículo trae su propia riqueza, riquezas estas que nos han sido dadas en Él.

Señor, nos has bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Esas bendiciones vienen debido a que nos escogiste en Cristo antes de la fundación del mundo, con un propósito: para que fuésemos santos y sin mancha delante de Ti. Dichas bendiciones son para que la vida de nuestra carne muera y la vida del espíritu se manifieste trayendo tu presencia a los que nos rodean.

Nos amaste, nos predestinaste para que fuéramos adoptados como hijos tuyos por medio de Jesucristo, a fin de que seamos para la exaltación de la majestuosidad de tu misericordia, de tu gracia, y todo eso sólo por tu pura gracia y voluntad, no por nada que hubiéramos hecho.

Y por encima de todo, nos redimiste con tu sangre, nos compraste, perdonaste nuestros pecados por las riquezas de tu misericordia. Has hecho que sobreabundara en nosotros toda sabiduría e inteligencia venidas de Ti. Nos diste a conocer el misterio de tu voluntad, que es reunir todas las cosas en Cristo, haciendo que todo se cumpla en tu tiempo en el cielo y en la tierra. Y todo eso acontece por tu beneplácito, aquiescencia, consentimiento debido a que te lo habías propuesto.

En ti Señor tenemos herencia, debido a la predestinación asignada a nosotros, conforme a tus propósitos eternos, conforme a tu voluntad. Por ti mi Cristo y en ti, al haber oído la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y haber creído, fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras (prenda, aval, caución, señal, garantía, fianza) de nuestra herencia hasta la redención (emancipación, liberación, rescate) de la posesión adquirida para exaltar la majestuosidad de tu grandeza, de tu gloria, de tu nombre y de tu poder.

miércoles, 20 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Cap. 55: 22

Salmo 55: 22 – Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.

¡Gracias, Señor, he vivido esta declaración en su totalidad! ¡Has sido fiel; cada vez que he ido a ti en clamor y súplica, agobiada por tantas cosas, me has sostenido! ¡Gracias, Señor Jesús!

En mi caminar contigo cuantas veces he caído… En ocasiones me dije: “Ya no me levantaré... Si tanto caigo mejor me quedo en el piso”. Pero fuiste y eres fiel; no me dejaste caída, ¡me has levantado una y otra vez!

¡Gracias, mi Señor, eres fiel y verdadero!

martes, 19 de abril de 2011

Del libro de Isaías: Cap. 40: 31

Isaías 40: 31 – Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Solamente los que esperan en Jehová son los que tendrán nuevas fuerzas; solamente los que esperan en Jehová levantarán alas como las águilas; solamente los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Cuando no esperamos en el Señor y queremos hacer las cosas por nuestras propias manos es cuando no tendremos nuevas fuerzas; no podemos levantarnos; nos cansamos y nos fatigamos.

Solamente cuando entregamos lo nuestro a Dios y empezamos a esperar en Él es cuando descansamos y tendremos paz y reposo.

Ya lo decía el salmista: “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza” (Salmo 62:5).

lunes, 18 de abril de 2011

Del libro de 2 Crónicas: Cap. 12: 6-9

2 Crónicas 12: 6-9 – Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová. Y cuando Jehová vio que se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac. Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las naciones. Subió, pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que Salomón había hecho.

A nuestras acciones de no tomar en cuenta a Dios le siguen consecuencias. Con Roboam la consecuencia fue ser rodeado por hordas enemigas. Tan seria fue la crisis que inmediatamente se volvió a Dios. El Señor en su misericordia lo protege, pero no lo deja ir sin disciplina. Y la medida tomada por Dios fue dejarlo como siervo de sus enemigos.

Este pasaje será difícil de asimilar para algunos, pero ocurre. El Señor utilizará aun el diablo para enseñarnos lecciones que no aprendimos por las buenas. “¡No quisiste servirme”, dice el Señor, “ahora servirás a lo que más aborreces!” Y si esto no fuera suficiente, ¡permitió que sus enemigos lo despojaran de lo precioso que había en el templo y en su propio palacio!

¿Qué aplicación ofrece esto para nosotros hoy? Cuando entramos en la disciplina de Dios por nuestra desobediencia y rebeldía, y el Señor nos pone por siervos de nuestros enemigos, lo que teníamos de precioso en Dios se va; lo precioso de Dios que adornaba nuestras vidas igualmente se pierde.

Dios nos llevará a lo registrado por el profeta Oseas: 2:7b – Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. ¿Has llegado a este punto en tu relación con Dios? ¡Vuélvete a Él quien será amplio en perdonar y restaurarte, porque a un corazón contrito y humillado no lo desprecia el Señor! Y te dice tu Dios: "Venga a mí, y si tus pecados fueren como el carmesí, serán emblanquecidos como la nieve y vendrán a ser como blanca lana" (Isaías 1:18).

domingo, 17 de abril de 2011

Del libro de 2 Crónicas: Cap. 12: 1

2 Crónicas 12: 1 – Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.

Tan pronto Roboam consolidó el reino abandonó la ley de Jehová y toda la nación lo siguió. Es interesante analizar todo lo que hizo Roboam al principio de su reinado: intentó castigar a las diez tribus que se habían alejado de él por su dureza, quedándole solamente las tribus de Judá y de Benjamín. En su intento de ir contra sus hermanos, Dios interviene enviando un profeta que le dijo que no persiguiera a sus hermanos, y Roboam atiende a la orden dada.

A partir de allí, trabajó arduamente para consolidar el reino y en los siguientes 5 años lo hizo. Y si lo unimos a las palabras "dejó la ley de Jehová", inferimos que mientras trabajo diligentemente en su plan de consolidación se mantuvo en los caminos de Dios. Algunos se sorprenderían con esta actitud, no obstante ser tan común en los hijos de Dios...

Como nos afanamos (unos pocos) en buscar a Dios cuando anhelamos su ayuda en los proyectos que emprendemos. Al finalizarlos con éxito nos regocijamos tanto en la dádiva "victoria" que nos olvidamos del Dador, el que hizo posible la victoria.

Esta actitud es más usual y común de lo que nos imaginamos en la familia de Dios. Si este acto no fuera mal suficiente, añade extensiones, tal como le pasó a Roboam:"... Dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él".

Nuestras acciones, sean buenas o malas, deseables o indeseables, encomiables o censurables, afectan grandemente el entorno en el cual nos movemos. Cuanto mayor sea tu área de influencia, mayor será la afectación producida por tus actos. Es posible que no todos los de tu entorno se den cuenta de lo que has hecho; pero, debido a que vivimos en un mundo físico inmerso en un mundo espiritual, cualquiera de tus acciones impactan, para bien o para mal.

Pon atención a tus acciones, pensamientos y actitudes. ¡Permite tú que todo tu ser afecte para bien el mundo espiritual que te circunda, en la seguridad de que ello impactará para bien tu entorno físico!

sábado, 16 de abril de 2011

Del libro 2 Crónicas: Cap. 21: 1-4

2 Crónicas 21: 1-4 – Durmió Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y reinó en su lugar Joram su hijo, quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael, y Sefatías. Todos estos fueron hijos de Josafat rey de Judá. Y su padre les había dado muchos regalos de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades fortificadas en Judá; pero había dado el reino a Joram, porque él era el primogénito. Fue elevado, pues, Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos, y también a algunos de los príncipes de Israel.

Joram era hijo del rey Josafat, quien fuera un hombre recto a los ojos de Dios. Josafat se mantuvo en el camino de Jehová, pero el pueblo aún acudía a los idolátricos lugares altos porque sus corazones no estaban ligados al Dios de sus padres. Al morir éste le sucede su primogénito: Joram.

Que Joram se alejara de Dios es entendible, pero lo difícil de aceptar es que matara a todos sus hermanos y a algunos príncipes del reino. La Biblia no esconde la condición pecaminosa de ninguno de sus protagonistas; nos son mostrados tal como eran en su entorno.

Al repasar la historia de la realeza de distintos países, llámese Inglaterra, Francia, España o Italia, veremos los mismos sucesos que se repetían una y otra vez: la eliminación, a como diera lugar, de todos aquellos que pudieran llegar a ser o eran un peligro para el que luchaba por llegar o mantenerse en el poder.
Y la final conclusión es que el hombre sin Dios, ya sea en el período a.C. o en el periodo d.C., es y será siempre el mismo. Egoísmo, egotismo, egolatría, hedonismo, autocomplacencia, narcisismo con todos sus acólitos, están presentes en el corazón humano. Aunque los sistemas imperantes en el mundo fueran perfectos, los hombres con corazones imperfectos lo echarían a perder.

Solo con Cristo en el corazón podrá el ser humano cambiar y dejar atrás las actitudes, acciones y comportamientos que riñen con los principios bíblicos y desagradan a Dios.

¡No esperemos respuestas o resultados en y del hombre! Pongamos –y mantengámoslos– nuestros ojos en Cristo Jesús. ¡Él es el único que podrá llevar tus cargas; el único que puede traer paz y consuelo a tu corazón! ¡Ven a Él, y Él te sustentará!

miércoles, 13 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Cap. 55: 16-18

Salmo 55: 16-18 – En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.

En cuanto a mí… Es una decisión; yo soy quien debe decidir; yo y nadie más.

A Dios clamaré…y me salvará… A la decisión le sigue la acción. Al decidir y hacerlo, entro en el reposo divino y la seguridad de que Él me salvará, hará que todo mi ser experimente Su paz.

Tarde y mañana… Habla de continuidad, de todo el tiempo. Lo que nos lleva a la exhortación del apóstol Pablo a los tesalonicenses: “Orad sin cesar” (1 Tes.5: 17). Igualmente habla del Dios que “aún no está la palabra en mi lengua y tú ya la conoces toda” (Salmo 139: 4).

Él redimirá en paz mi alma… Alma, es decir, mi voluntad, mente y emociones. ¿Y dónde está el secreto de esa paz? Lo dijo el profeta: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Y mientras la paz de Cristo guarde nuestros corazones y pensamientos, aun cuando el cerco que nos agobia sea asustador, estaremos bien, pues Él peleará por nosotros.

lunes, 11 de abril de 2011

Del libro de Marcos: Cap.10: 46

Marcos 10: 46 –“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando”

Bartimeo era ciego, esta era su lastimera condición; y esa misma condición le impedía realizar muchas cosas. Bartimeo era parte del pueblo de Dios; Jesús y él tenían el mismo padre (el celestial) y nunca le había hablado a Jesús.

Bartimeo tenía derecho a disfrutar de las bendiciones de Dios, pues era hijo de Israel, el pueblo de Dios; sin embargo no disfrutaba de las riquezas de su padre porque estaba ciego y mendigaba; no utilizaba sus derechos de hijo, dependía de migajas.

Y ¿sabe algo? Exactamente eso es lo que les sucede a muchos hijos de Dios.
- Son parte de la familia de Dios, son coherederos con Cristo, y no pueden disfrutar de las riquezas de su Padre, debido a que no le hablan a Jesús.
- ¿Qué le parece? ¡Tienen riquezas a su disposición y están mendigando!

Dios no nos tiene como mendigos nos tiene como hijos, pues lo somos. Cuantas veces podemos decirle a alguien “Ore por mí pues a ti el Señor oye” - ¡Mendigando!
¡No mendiguemos! ¡Usemos nuestra chequera espiritual!

Eso no quiere decir que usted no deba pedir nada a nadie, pero sí que debe empezar a creer que Dios quiere contestarle a usted mismo y que también Él quiere utilizarlo a usted para bendecir a otros.

Dios quiere que todos nosotros tengamos experiencias con Él: orar por alguien y verlo mejorarse; aconsejar a alguien y verlo recuperarse y seguir adelante.
El Señor no quiere que pasemos la vida contando lo que Dios hizo por medio de otros, sino lo que pudimos nosotros mismos experimentar de Él y con Él.

Hay muchos hijos de Dios que ni siquiera se dan cuenta de que el Señor se pasea en medio de su pueblo, es decir, en nuestras reuniones, en los lugares en donde se exalta a Jesucristo. Hay tremendas bendiciones de Dios, y ellos allí están: sentados, ciegos y mendigando.

¡Señor, abre nuestros ojos espirituales, haznos ver tus maravillas!

sábado, 9 de abril de 2011

Del libro de Josué: Cap. 6:15, 16

Josué 6: 15, 16 – Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.

Cuanto más cerca está la victoria la situación se vuelve más y más cargante. Los primeros días daban una vuelta en silencio y regresaban al campamento; el último día dieron siete vueltas, con mucho cansancio y por encima tuvieron que gritar; en seguida pelearon para tomar la ciudad.

Casi siempre después de lo más recio de la batalla viene la victoria. ¿Qué hubiera pasado si el pueblo hubiera dicho: “Al fin, ya se cayeron las murallas. Vamos al campamento a descansar y mañana, ya descansados, tomaremos la ciudad”? – No la hubieran tomado.

Hay épocas en nuestras vidas, épocas en las cuales Dios nos está llevando a nuevos retos, a nuevas tierras, en donde no hay tiempo para el descanso (esto es, bajar la guardia); es tiempo de dar siete vueltas aunque haya cansancio, aunque haya ataques; es tiempo de destruir al enemigo cuando se vea el primer signo de victoria.

La tendencia nuestra es ir a festejar y a descansar cuando se caen las murallas (cuando vemos la victoria inicial) y no proseguimos hasta tomar la ciudad. Lo que se logra con las siete vueltas es apenas el comienzo; lo más duro está por delante; ahora la lucha es cuerpo a cuerpo, ahora hay resistencia paso a paso y la batalla se hace más intensa. Pero luego, ¡se alcanza la victoria!

¡Si estás cerca de tu victoria no te rindas! ¡Siga adelante, tal vez te falte apenas una vuelta! ¡No te eches para tras, siga, siga! ¡Pronto se caerán los muros y podrás entrar para hacer tuya la ciudad!

viernes, 8 de abril de 2011

De la Primera Epístola a los Corintios: Cap. 4: 20

1 Corintios 4:20 – Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.

El Evangelio de Jesucristo es el poder de Dios puesto a la disposición de los suyos. ¿Qué estamos demostrando a los que nos rodean? ¿Un Evangelio de pura palabrería o un Evangelio de poder? ¿Qué ven en ti los tuyos? ¿El fruto del Espíritu Santo está presente en tu vida? ¿Los dones del Espíritu Santo están manifestándose en ti para ayudar a los que te rodean?

Estamos recibiendo una nueva oportunidad de nuestro Padre Celestial para que creamos que las Buenas Nuevas de Salvación incluyen lo sobrenatural de Dios, por lo tanto, no nos contentemos con menos. Donde quiera que estemos, sea lo que sea que hagamos, vivamos en lo sobrenatural de Dios, es decir, no en tus fuerzas, no en tus capacidades, sino en el poder del Espíritu Santo.

Propón en tu corazón buscar y recibir todo lo que Dios tenga para ti, pues el Señor hoy nos dice: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 2: 1) y “ Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15: 7).

jueves, 7 de abril de 2011

Del libro de Isaías: Cap. 58: 11

Isaías 58: 11 – Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

Dios nos ha llamado para que seamos huerto de riego, fuentes de aguas vivas que fluyan; pero hay veces que en medio de nuestro dolor, de nuestra frustración, de nuestra decepción, al sentir y experimentar rechazo, pareciera que las aguas ya no fluyen y nos sentimos en sequía, pero es entonces cuando Él dice “… en as sequías saciaré tu alma, daré vigor a tus huesos…”

Y es como si el Señor dijera: “Hijos míos, tendrán sequía mientras perfecciono mi amor en ustedes. Pero si tan sólo aprendieran a clamar y a refugiarse en mi en sus sequías, sus aguas siempre fluirían, y serían siempre huertos de riego, manantiales de aguas”.

Anímate y siga adelante si estás en sequía; aférrate a Cristo el Señor, y pronto serás manantial de aguas que nunca cesarán.

miércoles, 6 de abril de 2011

De la Epístola a los Hebreos: Cap. 12: 1-3

Hebreos 12: 1-3 – Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Nosotros, los que hemos entregado nuestras vidas a Jesucristo, estamos en una carrera. La única forma de permanecer con ánimo en esa carrera es manteniendo los ojos puestos en Jesús. El mundo, el diablo y la carne van a hacer todo lo posible para quitarnos el ánimo; quieren vernos desalentados y desanimados.

En la carrera que estamos debemos despojarnos de todo peso para poder correr con libertad y no ser asediados por el pecado. Si caminamos en vez de correr debido al peso que cargamos, seremos alcanzados por el pecado y no tendremos fuerzas para saltar los obstáculos – obstáculos aparentes – pero que servirán para hacernos soldados de verdad y no soldaditos de azúcar o de chocolate, que por cualquier llovizna o calor se deshacen o se derriten.

Dios nunca hace las cosas sin un propósito en nuestras vidas. Estos son los “aparentes obstáculos” en la carrera que tenemos por delante. En esa carrera el mundo espiritual de maldad tira sus “cáscaras de guineo” para que al saltar estos obstáculos tú y yo resbalemos y caigamos. Si estamos caídos es más fácil que seamos alcanzados por el pecado; y en el suelo la tendencia del cristiano es desanimarse.

Muchas de las cosas que suceden en nuestras vidas son permitidas por Dios y por Su voluntad; sirven para fortalecernos, a fin de que aprendamos a confiar en Él. Son para bendición, pero el diablo intentará convertirlas en maldición.

¡Mantén tus ojos en Cristo Jesús, mantén tus manos en el arado, mantén tu fe en acción y serás más que vencedor!

martes, 5 de abril de 2011

Del libro de los Salmos: Salmo 55: 16-18

Salmos 55: 16-18 – En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y Él oirá mi voz. Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos.

En cuanto a mí… es una decisión, yo soy quien debe decidir. Yo y nadie más. … a Dios clamaré… a la decisión le sigue la acción. Al decidir y hacerlo entro en el mover divino, lo que me convierte en candidato para su reposo en la seguridad de que Él lo hará.

Tarde y mañana…. y Él oirá mi voz… habla de continuidad, de búsqueda de Dios en todo tiempo y lugar; lo que nos lleva a la exhortación paulina: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Igualmente habla del Dios que demuestra lo dicho por el salmista: “…aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Salmo 139:4).

Él redimirá en paz mi alma… Mi alma… mi mente, mi voluntad, mis emociones… ¿Y dónde está el secreto de esta paz? Lo dijo el profeta: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26: 3).

Y mientras la paz de Dios guarde nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6), aunque el cerco alrededor nuestro sea terrorífico, estaremos bien… ¡Él –nuestro Rey y Señor– peleará por nosotros!

viernes, 1 de abril de 2011

Del Evangelio según San Juan: Cap.6: 53-56

Juan 6: 53-56 – Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

En una ocasión, ante la multitud de los que lo seguían y de los que lo adversaban, Jesús dijo: “… Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros… El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”.

Palabras duras… no todos las pudieron recibir; y reaccionaron de la manera más fácil: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6: 66). Los que se volvieron atrás no eran de los que lo adversaban; éstos nunca anduvieron con el Maestro. Los que se volvieron atrás eran discípulos; no pudieron entender la demanda del Señor sobre sus vidas. ¿Es de sorprender, que en distintos períodos de nuestras vidas el Señor nos pida cosas –aparentemente– imposibles de hacer, o de entregar, o de renunciar a ellas? Definitivamente no, más bien debemos esperarlas. Y cuando venga el momento de estos “aparentemente imposibles”, es saludable que nos acordemos de lo dicho por Jesús en otra ocasión: “…Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13: 7). Este será el norte que mayormente guiará a sus discípulos.

Cuando no entendemos lo que nos sucede y nos desorientamos, cuando todo se sale de control dejándonos con una sensación de vagar a la deriva, cuando las interrogantes se multiplican y solo nos quedamos con miles de preguntas sin respuestas, cuando el corazón desmaya y se rompe en mil pedazos, tal vez oigamos la misma pregunta de antaño: “… ¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6: 67).

Y hoy, mi clamor y petición a Dios a favor de cada uno de nosotros es que Él nos fortalezca y ayude de tal manera a fin de que, tal como sus discípulos del ayer, independiente de nuestro entorno o circunstancias, igualmente le contestemos en una sola voz: “…Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6: 68, 69).