lunes, 24 de mayo de 2010

Del libro de Daniel: Cap.4:29-37

Daniel 4: 29-37 – Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el domino en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

Nabucodonosor se atribuye a sí mismo su grandeza y poderío. En el punto álgido de su soberbia, juicio de Dios viene sobre él y se vuelve una bestia. Solo cuando, en medio de su locura, levanta los ojos al Dios de los cielos, su razón le es devuelta y el reino vuelve a él. Después de eso Nabucodonosor reconoce la mano del Señor sobre todo lo creado.

La soberbia nos embrutece. A mayor soberbia más irracionales se vuelven nuestras acciones y reacciones. Detrás de todo grande y horrible pecado está la soberbia. Nuestro proceder en incontables ocasiones ha perdido todo trazo de racionalidad y se muestra en acciones incoherentes.

¿Por qué los grandes estafadores de cuello blanco han despojado a tantos individuos, muchos de ellos hombres y mujeres sumamente preparados, académicamente hablando? Ambos grupos, embaucadores y embaucados, movidos por la codicia usaron sus capacidades y aptitudes para encumbrarse en las alturas del gran monte del prestigio humano.

¿Por qué un hombre mata a su mujer en un paroxismo de celos? La soberbia que mora en él y lo impulsa grita: “Si no es para mí no será para nadie más”.¿Por qué nos endeudamos tanto, y con nuestras propias manos nos ahorcamos con la soga de la desesperación producto de ingentes cuentas no pagadas? Nuevamente, la soberbia es la fuerza propulsora.

No esperemos volvernos cada día más “animales” (entiéndase irracionales) para entonces levantar los ojos al Dios de los cielos y rendirnos a Él. Ahora es el tiempo de reconocer nuestro pecado de soberbia, y humillados, postrarnos ante aquel que es poderoso para transformarnos, convirtiéndonos de hombres y mujeres altivos a hombres y mujeres humildes de corazón. En consecuencia, no seremos vistos de lejos por nuestro Dios, sino que tendremos su gracia sobre nuestras vidas.

Santiago 4:6 – Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Salmo 138: 6 – Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.

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